Mandar al carajo es terapéutico
Últimamente el cuello me ha dolido bastante, y cada vez que lo muevo me suena de una forma que asusta, inclusive he llegado a pensar que un día mi gran cabeza con gafas y todo, va a salir volando, por esta razón dos de mis amiguis, Gabriela y Rhina, me recomendaron a la señora Betty, una enfermera de 1.50 de estatura pero con una fuerza impresionante en la manos, que hace masajes dizque benditos, cuya especialidad es sacar la tensión del cuerpo y ajustar lo que se ha desajustado…
Luego de una hora de sesión, en donde me sentí como la masa de una pizza, debo decir que casi muero del dolor, porque resulta que no solo tenía engarrotado el cuello, también mi espalda y mis pies estaban en la inmunda, y que decir de mis manos, mis pobres manos que han resistido el uso y el abuso, por pasar tanto tiempo pegada al computador.
Yo bien ilusa, me jactaba de ser como una flor de loto, tranquila, relajada y siempre bien puesta en su lugar, me creía una fémina inmune a las cachetadas cósmicas y los embelecos del destino, así que al encontrarme tan atornillada, llena de nudos, micos y demás sorpresitas tensas por todo mi cuerpo, descubrí que a pesar de todo, me sigue faltando mucho camino para aprender a soltar, porque mandar a la mierda es todo un arte y de cierta forma se convierte algo medio terapéutico cuando decides liberarte de aquello que te pesa, que te aprisiona y que en definitiva no te hace feliz.
Entonces aprovechando que ya este año se va a acabar, me pareció que le iba muy bien a mi mente organizar un proceso de limpieza, un revolcón similar al que tuve en mi cuerpo gracias a la señora Betty de brazos tan gruesos como Popeye, que me decía en tono jocoso, “Mija le estoy dando una muenda porque usted está muy chueca”.
Te liberas cuando:
Deja de importarte eso de quedar bien con todo el mundo, de la necesidad de aprobación, de fingir que eres buena, eficiente y que tus necesidades no interesan porque vives para hacerle favores a todos. Te liberas cuando empiezas a decir NO a diestra y siniestra, cuando te das cuenta que tu tiempo vale, que tienes que comenzar a priorizar tus metas y tus sueños. Cuando te despiertas y ya no permites que la gente exija y te pidas cosas que deberían hacer ellos mismos.
Te liberas cuando:
Ya no te callas y mandas la corrección política para la porra. Si algo te molesta, lo dices, lo escupes o lo escribes. Cuando no te lo guardas adentro porque sabes que después te va a carcomer, o en algún momento explotará como una bomba atómica y saldrá de la peor forma. Te liberas cuando lo sueltas con valentía en el momento justo pero con las palabras adecuadas y sin odio.
Te liberas cuando:
Pasas la carta de renuncia y dejas ese trabajo que ya te tenia cansada, estresada, mamada, porque habías cumplido tu ciclo, porque te estabas enfermando, porque no ibas a llegar más lejos, porque el ambiente era jarto o porque te pagaban poquito…o por todas las anteriores.
Te liberas cuando:
Le dices a tu exnovio que la embarró, que la cagó, que fue un HP, y que no sabes cómo anda así de tranquilo por la vida y como puede dormir por las noches, ya que no fue capaz de dar la cara y terminar la relación como una persona decente. Te liberas cuando le haces saber el dolor que llevaste contigo y que por tirártelas de fuerte, madura y digna, no lo habías querido confrontar… eso sí, luego le deseas lo mejor pero bien lejos de ti, por ejemplo en Nueva Zelanda o Tanzania.
Te liberas cuando:
Te vuelves flexible y entiendes que la rigidez solo sirve para angustiarte y llevar tu paciencia al límite, cuando aprendes que el cambio es lo único constante porque todo lo demás se mueve, cuando no te estancas, cuando disfrutas más y espera menos, cuando te adaptas a los imprevistos y cuando se van a la mierda esas murallas-ideas-pajazos-mentales que te impiden ver las cosas como son.
Te liberas cuando:
No tomas como afrenta personal, las actitudes de ciertas personas tóxicas que andan bastante confundidas, que tratan mal a los demás porque es un reflejo de como ellas se sienten por dentro… Te liberas cuando aprendes que la gente infeliz tiende a joder más y que en definitiva son sus cuentos, no los tuyos, así que eliges no engancharte más en sus peleas y las sacas de tu existencia.
Te liberas cuando:
Te cansas de fingir, cuando empiezas a vivir la vida que quieres para ti, cuando te quitas esa máscara de supuesta perfección y de repente deja de importante lo que opine la gente, sueltas el peso de llevar a cuestas un mundo postizo que se parece más a lo que otros esperan que seas y a los deseos de una sociedad falsa. Cuando dejas la culpa atrás y sigues tu camino, haces lo que tu intuición te dice que es lo mejor y lo que verdaderamente te hará sentir plena y dichosa.
Te liberas cuando:
Sueltas el miedo y sales de la zona de confort, cuando te arriesgas así todo parezca dudoso.
Te liberas cuando:
Dejas de ser dura contigo misma.
No esperes a llenarte de frustraciones para tomar una decisión que pueda cambiar tu vida, no esperes a que venga la masajista a sacarte toda la carga negativa del cuerpo, piensa que hoy es un buen día para sacar lo que duele, lo que estorba y lo que no sirve.
Y tú, ¿a quién o a qué vas a #MandarAlCarajo?
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